El pasado sábado se celebró en Vitoria-Gasteiz un minifestival con tres bandas locales y mucho buen rollo, en el bar Rock House. Para mi fue mi primera incursión en dicho emplazamiento, así que me llevé una grata sorpresa al comprobar que aunque el garito se encuentra bastante alejado de cualquier zona “civilizada”, cuenta con unas magníficas instalaciones para eventos de este tipo. Siempre es una buena noticia cuando nuevos espacios se abren a la cultura, dentro del escaso panorama cultural Gasteiztarra, por lo que esperamos que sean muchas más las ocasiones en las que tengamos que desplazarnos hasta la cervecería rock house.
Concierto de Laramie
A pesar del frío y de la ya mencionada lejanía, el evento presentaba una buena entrada a eso de las 20:30. El primer bolo, a cargo de Laramie, se hizo esperar una hora más, tiempo en el que aprovechamos para departir, entre cervezas, con conocidos, músicos y habituales de la escena local Vitoriana.
Su show comenzó con una sala ya a reventar, y el primer corte elegido fue “Claudicar”, extraído por supuesto de su segundo y último trabajo de estudio hasta la fecha. La audiencia por aquí suele ser bastante fría y reservada (quizás sea parte del carácter “vasco”), pero ya desde los inicios se intuía una buena comunión entre respetable y artistas, y pronto llegaron las bromas entre corte y corte, y el buen rollo en general.
Fueron cayendo algunos de los mejores cortes del mismo plástico, como “Ojos de fuego” o “Bala perdida” (este tema pertenece a su primera maqueta, pero también se puede encontrar en el larga duración del 2015, “Peligrosa”). El sonido, como es habitual, mejoró según el show se iba desarrollando, pero hay que decir que en todo momento fue más que aceptable lo que Iker Bengoa (Childrain, Cynik estudios) consiguió sacar desde sus controles de la PA.
Tras otros tres cortes (“Miedo”, “Tan solo” y “Maneras de morir”), llegó la primera sorpresa de la noche en forma de versión. La archiconocida “Born to be wild” sirvió para calentar al personal desde el primer acorde, y llegamos a escuchar, ahora si, los primeros coros importantes por parte del público. No obstante hay que señalar que Laramie, a pesar de su relativa juventud musical, cuentan ya con una buena horda de seguidores que se afanan en acompañar las líneas vocales allí donde vaya la banda. Una apuesta segura para un pequeño festival local de estas características.
Tras ello, Laramie escogió el tema “Dentro de un rock n’ roll”, quizás su mayor himno, para continuar el espectáculo sin bajar grados de intensidad. El estribillo, fácilmente reconocible, animó aún más al público, demostrando que este corte ha calado en la audiencia de la ciudad.
La recta final del concierto se desarrolló entre cortes propios (“Hombre de negro”, “Peligrosa” e “Instinto animal”), para poner el broche de oro con la segunda versión en su repertorio: Noche de Rock n’ roll, de los desaparecidos Barricada.
Buen show, mucha actitud sobre el escenario (A veces da la sensación de que llevan años encima de las tablas, por su naturalidad y seguridad), y una magnífica manera de abrir una gran noche de rock.
Concierto de Anima
Los Gasteiztarras Anima pusieron sobre la mesa una propuesta un tanto diferente en la noche del sábado. Se presentaron ante un público con sed de decibelios, comenzando con su corte más rockero: “No”. Esta pista, extraída de su primera maqueta, es quizás la más fácil de digerir por oídos menos experimentados, y es probablemente un gran himno que les servirá para abrirse algunas puertas y ganar adeptos.
No obstante, el resto del show dio un giro de 180 grados para adentrarnos en terrenos de heavy metal progresivo, casi rozando lo experimental, combinado con algunas versiones de temas míticos incluyendo bandas como Disturbed, Nightwish o Pantera. También cayó algún pequeño homenaje a nuestra música nacional que desvelaremos más adelante.
Lo que vimos sobre el escenario fue un quinteto de músicos que comienzan a dar sus primeros pasos en esto del heavy metal, con muchas ganas y sobretodo actitud y fuerza. Los mástiles (Ioritz y Víctor) hicieron un buen trabajo, aunque se mostraron un tanto estáticos sobre el escenario, a excepción de Mikel, el dueño de las seis cuerdas más correosas: El bajista no solo destiló calidad y virtuosismo con su instrumento, sino que además le vimos disfrutar en algunas pequeñas coreografías, irradiando actitud y buenas vibraciones.
Hubo tiempo para presentar nuevos temas de la banda, aún no editados, como “Carcelero” o “Al alba”, y pasado un cuarto de hora de concierto, cayó la primera de las versiones. En este caso un corte clásico de Nightwish:”I wish I had an angel”. Se la llevaron a su terreno y consiguieron un sonido muy particular, en el que vimos especialmente cómodo a su vocalista David. Hay que tenerlos cuadrados cuando se homenajea a grupos con líneas vocales tan bestias, pero la banda optó por no amedrentarse y afrontar el corte con decisión, poniendo mucho del sonido “Anima” en él. Buena decisión.
El personal homenaje al metal español llegaba con la versión de “Caminos de agua”, de Leo Jimenez. En esta ocasión intentaron calcar el sonido original, consiguiendo elevar la intensidad de la sala, y haciendo que el público participara de la fiesta junto a los músicos. A pesar de no llegar a las notas de Leo, cosa que pocos afortunados pueden conseguir, el corte sonó compacto y fue un gran aporte que demostró la valía de los jóvenes músicos.
Los cortes propios como “Lobo” (la más experimental de la noche, con pasajes progresivos y sonido muy personal) o “Rojo carmín” (Segundo corte extraído de su maqueta) se fueron combinando con acertadas versiones de bandas como Alter Bridge, Pantera, Metallica o Dope.
Anima encararon la recta final del show con el último de los temas de la maqueta que faltaba por oír: “Tu verdad”. Una pista muy ágil y adictiva, que fue el prolegómeno perfecto para dar paso a la guinda del pastel: “Stricken” de Disturbed. Quizás una de las mejores interpretaciones de la noche de su vocalista David, que a pesar de comenzar a acusar un leve cansancio, clavó el tema a la perfección.
La sensación general fue la de estar ante una prometedora banda a la que le falta un punto de rodaje para poder llegar a desarrollar toda su calidad musical. Buenos músicos formando un equipo compacto, con una propuesta original y arriesgada.
Concierto de Rass
Uno ya va teniendo una edad, y después de 4 horas allí metido, el cuerpo no dio para más. Me quede para hacer algunas fotos a los Vitorianos Rass, y poder comprobar el sonido general de los temas iniciales. Tampoco soy un experto en este tipo de estilos, más cercanos al rap y el hip-hop que al propio rock, y no me gusta “mear fuera del tiesto”, por lo que no haré las veces de crítico musical en esta ocasión.
Desde el punto de vista del público, lo que pude presenciar fue un espectáculo de hip hop con mucha actitud, guitarras muy distorsionadas y ritmos rápidos. Los dos vocalistas se turnaban el micro para ir escupiendo con rabia las combativas letras, habituales por otra parte en este tipo de contiendas.
Los de vitoria impregnan sus composiciones con toques de reagge, con todos los elementos culturales que ello conlleva, y quise también identificar leves influencias de algunos grupos de rock de vez en cuando.
Se trató pues de la propuesta más alejada del rock de toda la noche, poniendo el punto y final a un mini festival variopinto, que sirvió para conocer un nuevo espacio cultural en la ciudad de Vitoria-Gasteiz. Gran iniciativa que esperemos se repita en muchas ocasiones.